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Vuelve Blancanieves
Era un invierno terrible, el frío había paralizado todo rastro de vida. Pero en el silencio ensordecedor de un paisaje helado todo cambió con un nacimiento. Este es el prometedor comienzo de la nueva edición de Edelvives de «Blancanieves».
El argumento de Blancanieves es de sobra conocido gracias, sobre todo, a la versión escrita por los hermanos Grimm y, mucho después, a la versión cinematográfica de la factoría Disney. Tras el alumbramiento de su primera hija, la dulce y cálida reina muere. Una profunda tristeza se apodera del monarca, pero, pasado un tiempo y apremiado por sus consejeros, decide elegir otra esposa para reforzar su posición y proteger al pueblo. La nueva reina, de cautivadora belleza, ejercerá con dureza todo su poder… Cuando descubre que su hijastra, Blancanieves, la heredera al trono, se ha convertido en una joven deslumbrante, hará todo lo posible para que desaparezca.
La reinterpretación de uno de los cuentos clásicos más universales nos seduce desde la primera página gracias a una narración amena y novedosa y a unas ilustraciones potentes y atemporales. Charlotte Moundlic es la responsable del texto. Nacida en París en 1970, comenzó su carrera como directora artística de revistas y como editora de cómics. Más tarde se dedicará también a la creación literaria, lo que la ha llevado a publicar una treintena de álbumes ilustrados dedicados a los jóvenes y traducidos a varios idiomas.
Su texto queda modificado, de principio a fin, en función de las imágenes. François Roca es el elegido para dibujar todo aquello que el libro calla, el juego que ambos autores crean entre la palabra y la imagen, que se apoyan y complementan, hace de esta edición algo mágico que traspasa los límites de un simple escrito.
El artista nacido en Lyon en 1971, estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes de París y queda claro que su gran pasión es la pintura. Empezó ilustrando publicaciones infantiles y con la primera de ellas ya cosechó un gran éxito. Desde entonces, no ha parado de trabajar, llegando a convertirse en uno de los ilustradores más consolidados a nivel internacional. Tiene un estilo muy peculiar como nos demuestra en esta obra. Le gusta mucho el juego de las luces y las sombras de los regios interiores palaciegos, aunque también hay algunas imágenes del siniestro bosque en penumbra. Abundan los retratos imponentes de los protagonistas; el rey y la reina están pintados con un trazo simple y elegante, dotándolos de un aire severo que nos recuerda a los personajes de la pintura de historia. Blancanieves, de piel blanca y largos cabellos oscuros, es una joven soñadora que irradia bondad y está más cerca de los estereotipos de las idealizadas mujeres prerrafaelitas. Aunque el negro, de malos augurios, invade casi todas las páginas, hay algo de color en la grandiosa ilustración, a doble página, de nuestra niña dormida en el ataúd transparente. Descansa sobre un lecho de flores rosas que son, sin duda, una señal de que la felicidad no está muy lejos.
Y nuestro cuento toca a su fin y con él llega su moraleja. Blancanieves habla mucho del pecado tentador de la vanidad, de cómo la excesiva preocupación por la apariencia física nos lleva a ser egocéntricos, egoístas y malvados como le sucede a la madrastra. Pero también de la importancia de perseguir y encontrar la verdadera belleza que solo puede estar alojada en un corazón puro.
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