Rébecca Dautremer
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CerrarLa misteriosa figura del yeti siempre había fascinado a la protagonista de esta historia. Por eso, un día, decide embarcarse en la aventura de su búsqueda y partir, en un viaje muy especial, hacia el corazón del Himalaya. ¿Qué ocurrirá en el viaje? ¿Encontrará a ese ser?
Para que una cita salga bien hacen falta, como mínimo, dos personas. Se fijan un lugar, un día y una hora: por ejemplo, las doce en punto. Si las dos personas en cuestión, las que han quedado, acuden al susodicho lugar, día y hora, ENTONCES lo más probable es que la cita sea un éxito.
¿Ricas horas? ¿Cómo que ricas horas? ¡Digamos más bien toda una vida! La de Jacominus Gainsborough. Las hojas secas del parque, la lluvia, la marea baja. Un traspié, una despedida en el muelle, un encuentro en un jardín lleno de piedras.
Nasrudín acompaña a su padre, Mustafá, al mercado en varias ocasiones con un burro, pero siempre se da la vuelta antes de llegar. Se siente avergonzado de las críticas de la gente.
Érase una vez un mundo mágico, un mundo maravilloso, un mundo de princesas.
Érase una vez un mundo mágico, un mundo maravilloso, un mundo de princesas.
Cuando habla de Seda, Baricco dice que no es una novela sino una historia que comienza con un hombre que atraviesa el mundo y que acaba al borde de un silencioso lago. Añade que podría decirse que es una historia de amor, pero que si solo fuese eso, no merecería la pena contarla.
La historia de este libro dura tan solo un instante. Uno muy breve pero muy importante: la fatal caída de Jacominus. Pero, ¿cómo puede ser? ¿Cuánto dura un instante? ¿Una sola imagen para contar lo que ocurre en un breve momento?
La Biblia se compone de cientos de historias que han sido clave en nuestras civilizaciones.
La brillante adaptación de los episodios del Nuevo Testamento por Philippe Lechermeier se presenta de nuevo en este segundo volumen con formato rústica.
Jacomini és bo, dolç, intel·ligent... L’estimem massa? Ni parlar-ne! En Jacomini és un amor.
Jakomintxo zintzoa da, atsegina, adimentsua... Gehiegi maite dugu? Ezta pentsatu ere! Jakomintxo maitagarria da.